Dando el cante


Dando el cante (Rivas 2010) 182x70x65cm.
Con “Dando el Cante” Héctor Cana entra en el gran formato; se trata de una escultura de tamaño algo mayor que el natural. Con las tripas de un antiguo televisor; una pantalla de no se sabe bien qué; trozos de ferralla abandonados en cualquier vertedero o escombrera; cables de acero de la misma procedencia, y un tornillo de sujetar traviesas ferroviarias a modo de micrófono, ha confeccionado una forma humana que imita en su actitud a un cantante o locutor. El óxido vuelve a jugar un papel protagonista; traspasa las barreras de la forma y entra en el campo de la semántica. Hay de nuevo una intencionada pluralidad de significados unidos bajo la cobertura del óxido,  martillo del tiempo, del que solamente se escapan en palabras del autor “ideas, valores, imaginación y sueños”. La obra viene a ser como “Tuercas somos y en llave nos…”, un ser surgido de deshechos; de basura mecánica y tecnológica, que reclama un sitio en nuestro mundo, en este caso aludiendo a los medios de comunicación de masas.
Su aspecto de robot inverosímil maltratado por la intemperie y el tiempo nos sitúa de nuevo ante el desvalimiento y la reivindicación; su aparente surrealismo no es más que una máscara, una barrera que, una vez traspasada, nos permite intuir que estamos ante un ser que protesta a través de medios de comunicación cuyo uso en nuestra cultura, en general, está lejos de ser el que podía ponerse al servicio de la utopía de “otro mundo es posible”; pero es a la vez un canto de esperanza: “no dejes que se oxiden tus valores ni tus sueños”.