Sin-palabras



Esta obra combina dos componentes muy contrastados; por una parte la base de madera tallada con elementos del Guernica, que nos introduce en el mundo de la guerra y sus masacres, y sobre ella dos figuras de alambre verde, elegantes por su estilizada anatomía y su correcta actitud, portadores de sendos maletines de ejecutivo, y cuyas cabezas idénticas tienen una clara estructura electrónica, como de máquina de alta precisión que no actúa por iniciativa individual o no tiene conciencia propia.
Todo su aspecto y complementos nos inducen a pensar en el mundo de los poderosos especuladores de finanzas, pero también en el de la diplomacia.
 El fragmento elegido del Guernica no es casual, contribuye a acentuar la tensión emocional entre una y otra parte de la obra y la ambigüedad de su semántica. La bombilla encendida y el quinqué, más que arrojar luz sobre el significado de Sin-palabras, nos abre una disyuntiva; no se limita a mostrar la masacre en toda su crudeza (“Yo quiero ver aquí los hombres de voz dura. Los que doman caballos y dominan los ríos…”), sino que estimula a pensar en una luz de esperanza; una luz que ilumine el camino del diálogo para acabar con todo tipo de violencia.